martes, 10 de mayo de 2011

VIAJE CULTURAL



La edad no es un obstáculo para adquirir cultura, solo se necesita sentir inquietud. Por esta inquietud los jóvenes mayores de sesenta años de la Universidad de Plasencia de 1º y 2º curso acompañados por Pilar, profesora de Historia en esta universidad, y Leticia, la becaria encargada de gestionar todo lo de los mayores, viajamos hasta Mérida para enriquecernos con la cultura que encierra esta ciudad.
Este viaje para todos nosotros ha sido una experiencia maravillosa. En el trayecto de Plasencia a Mérida, Pilar fue explicando todo lo referente a la Vía de la Plata. Su amable sonrisa, su voz y la manera de explicar nos hacía volver a tiempos pasados.
Cuando llegamos a Mérida, el sol la envolvía con sus rayos dándole un brillo especial. Lo primero que visitamos fue el Mitreo. Allí pudimos admirar la casa del mitral que, a pesar de los siglos que han pasado desde que se construyó, deja ver su esplendor, tiene un jardín magnífico, termas y monumentos funerarios, todo un tesoro en arqueología.
Del Mitreo a la Alcazaba pudimos comprobar lo poco que queda de la muralla que construyeron para defensa de la ciudad.
La entrada al recinto de la Alcazaba está flaqueada por dos torres bien conservadas, de noble arquitectura. En el interior ya solo queda el aljibe del período musulmán. Quedamos sorprendidos de su buena conservación. Destacan las dobles escaleras que bajan al depósito y las pilastras. Desde el muro contemplamos el puente romano sobre el Guadiana, alguno de cuyos arcos está ya restaurado, pero allí sigue desafiando las inclemencias del tiempo.
Desde la Alcazaba al templo de Diana sin parar, pues el tiempo apremiaba. Al ver el templo de la diosa, exclamé: “¡Todo esto es maravilloso!” De sus ruinas se desprende las creencias del pueblo romano. A pocos metros, el foro, donde la imaginación puede vagar a la época de emperadores, senadores, patricios…es un marco incomparable donde puedes dejar fluir la fantasía bajo su bella arquitectura.
La historia traducida en volúmenes está en Mérida visible. ¡Toda la ciudad es historia!
Siguiendo las huellas de la historia, llegamos al Teatro. Parece irreal que todo aquello se conserve a través de los siglos. Me quedé ensimismada mirando las esculturas que lo circundan desafiando viento, sol y lluvia. Nos sentamos en las gradas mientras Pilar seguía explicando. Escuchándola y mirando el escenario, imaginé las obras maravillosas que eran representadas por los hombres. Observé el paisaje circular hecho de situaciones y recuerdos, imágenes devueltas al presente en mi imaginación. Mis compañeros estaban tan extasiados como yo, viendo aquellas maravillas. Pasamos al anfiteatro y observamos las gradas desnudas, pues los musulmanes lo habían saqueado para construir la Alcazaba. A pesar de esto, deja ver su inmensidad.
A medio día fuimos en autocar a comer a un restaurante a las afueras de la ciudad. Comimos sin prisa en perfecta armonía y compañerismo. Descansamos un poco para continuar descubriendo a Emérita Augusta, ciudad colonial romana.
Apremiados por los horarios, volvimos al autocar para visitar la cripta de Santa Eulalia. Mientras Pilar explicaba, recorrí con la mirada la cripta, en ella se ven fosas y sarcófagos vacíos, pero en el aire sigue flotando el espíritu de la Santa, todo en sí habla de ella. Salimos dando una vuelta hasta llegar al pórtico de la iglesia, a unos pasos está la capilla con su imagen expuesta para toda persona que quiera visitarla.
Paseando por las calles de Mérida, ciudad moderna y prospera, llegamos al Museo, caja fuerte donde se guarda parte del tesoro de la vieja ciudad. En este museo el tiempo parece suspendido, es tanto lo que aquí se puede contemplar que es imposible poder describirlo; por eso es necesario venir a verlo.
La vieja ciudad, que bajo la moderna duerme, es un paraíso en el que no hay una esquirla de imperfección. Un día no es suficiente para descubrirlo todo, demasiadas imágenes para almacenar en la memoria. Las ruinas son libros de piedra en los que hoy leemos el pasado y si las conservamos, también podrán hacerlo las generaciones venideras. Este conjunto arqueológico es patrimonio cultural de la Humanidad.
Cuando salimos de Mérida, la luz declinaba en esa tierra extremeña tan bonita a la hora del crepúsculo. Todos nosotros regresamos felices de aquel viaje inolvidable confortados por la cultura adquirida.

Paquita Sánchez Gómez