martes, 26 de noviembre de 2013

LA  SAYA  FRIA

Se duermen las estrellas
allá en lo alto,
la niña las mira por un ventano.

En su  pobreza ella sigue soñando
y en su sueño pide un milagro,
que en la noche de Reyes
los Reyes Magos no pasen de largo.

Ella no sabe, por qué
nunca le dejan regalos,
quizás sea porque no tiene zapatos,
por eso solo le pide una muñeca de trapo.

La niña se duerme,
porque las estrellas ya se han despertado,
y en la vieja habitación el candil
parpadea emocionado.

Amaneció en la mañana
con muchísima alegría,
corriendo fue al ventano
y vio que le sonreía.

Allí había un muñeco
con una cara muy linda,
ella lo coge en sus brazos
dando brincos de alegría,
y sin dejar de mirarlo
lo arropa en su saya fría.


                                    De mi amiga Rosa Rodriguez




MONTAÑAS DE ARENA

Quisiera estar a tu lado
para poder ayudarte,
a salir de entre la bruma
y así poder abrazarte.
En las garras de la noche
tú te sientes confundida,
la oscuridad es tan grande
que allí te sientes perdida.
En esas noches profundas
que nublan el firmamento,
sientes que algo se condensa
y anula tú pensamiento.
La luna sigue escondida
entre montañas de arena,
tu corazón afligido
no puede ocultar su pena.
Tú no te aflijas mi niña
que tras de la noche oscura,
viene la aurora serena
reflejando su hermosura.
De la noche has de salir
sin pensar en el pasado,
recibe el día con amor
pues Dios te lo ha regalado.
Ese regalo tan grande
que Dios nos da cada día,
hay que saberlo guardar
y ser muy agradecida.
Guarda lo bueno mi niña
olvídate de lo malo,
y cuando lleguen las sombras
no las dejes a tu lado.
Saca valor vida mía
para salir de las sombras,
y valora con orgullo
lo que de veras te sobra.
Como una hoja caída
movida en un vendaval,
tu vida se desarrolla
llena de amor y bondad.
No dejes que nadie anule
tú gran personalidad,
la grandeza de tu alma
nada la podrá ocultar

                              Paquita  Sánchez  Gómez







martes, 5 de noviembre de 2013

           FRONTERAS

Manos para romper las barreras,
manos para acariciar,
manos para secar las lagrimas
del emigrante que llega.

Algunas veces he pensado
si tuviéramos que emigrar
y dejar atrás nuestra tierra,
entonces entenderíamos
lo que tienen que pasar.

Quiero vivir en un mundo
donde no existan fronteras,
donde no se discrimine a nadie
por su color, o su etnia.

Unos tienen la piel blanca;
otros la tienen muy negra,
en sus miradas brillantes
esta el miedo y la pobreza.

Por eso yo desde aquí pido:
¡Que no existan las fronteras!
¡Que nos demos ya las manos
para romper las barreras!



                                      De mi amiga Rosa Rodríguez