
Sentado en aquel banco
del parque solitario;
yo vi llorar a un hombre,
un hombre muy anciano.
Era un hombre mayor
curtido y encorvado,
que apenas si podía
manejar el cayado.
Eso que le servía
para estar apoyado,
y llevar ese cuerpo
que ya tenía agotado.
Tantas calamidades
el hombre había pasado,
que aquel cuerpo arrogante
se había desmoronado.
Estaba en aquel parque
quizás reflexionando...
lo que la vida a veces
nos tiene reservado.
El amor se ha perdido
estaba murmurando...
porque aquellos sus hijos
lo dejaban a un lado.
Pasó toda su vida
por ellos trabajando,
y estaba en soledad
muy triste y afectado.
Al ver que me acercaba
su rostro se ha secado,
esbozó una sonrisa,
y se agarro al cayado.
Paquita Sánchez Gómez