Entró en un árbol por su sombra abierta,
siguiendo el vuelo del halcón perdido;
cruzó montañas y llego hasta el nido,
pensando que la vida la tenía resuelta.
Encaramado y sucio, abrió la puerta,
detrás del muro blanco, algo había podrido;
le entraron nauseas, y se quedó dormido,
y una voz le dijo: ¡Mírate y despierta!
Desde la oscuridad humildemente
reconoció su error, aunque era duro,
para salir de allí tenía que ser valiente.
Pensando en su familia él estaba seguro
que con su ayuda le sería suficiente,
para labrarse un magnífico futuro.
Paquita Sánchez Gómez
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