miércoles, 21 de noviembre de 2007

LA SOMBRA


Era de noche, yo me encontraba en mi casa, y en mi cama; no se como ocurrió, fue una noche de eterna pesadilla.
Que supiera yo no tenía nada más que un enemigo; este vivía muy cerca de mi casa, solo tenía que cruzar la nacional uno y llegar a la calle Cuadrilla de Mendoza que era donde yo vivía.
Aquella noche se coló por la puerta o por la ventana; no sé por donde entró, pero se agarró a mi garganta con fuerza y creí morir, me dejó un momento, y me ordenó que me vistiera; pues había decidido mi muerte:El sitio de mi ejecución estaba lejos.

Le miré muy asustada, y enseguida le reconocí, seguía como siempre tan odioso y engreído que daba miedo.
Mi marido que dormía plácidamente junto a mí no se enteraba de nada, gritaba pero nadie me oía. Le pedí que me dejara coger un libro de los que tenía en la mesilla, me contestó que cogiera el que quisiera. Yo cogí un libro de poesías de José María Gabriel y Galán, el que me había acompañado desde pequeña, ese libro me daba seguridad, lo apreté junto a mi pecho y lo seguí.
Salimos a la calle y recuerdo que cruzamos varias avenidas hasta llegar a las afueras de la ciudad. Allí se encontraba una de las mayores fábricas, todo parecía una sombra, estaba todo tan oscuro que apenas si podía ver los bloques de pisos del barrio obrero que había quedado atrás.

Empecé a temblar y un pánico indescriptible se apoderó de todo mi ser. Me llevó como si fuera una hoja caída, y me puso junto a la pared. Lloré amargamente pidiendo que me concediera algunos días de vida para poder realizar algunos asuntos que tenía pendientes, le rogué que me diera tiempo para terminar de hacer mis cosas, y me dejara despedirme de los míos. ¿Qué diría mi marido cuando despertara y no me viera junto a él?. Seguía llorando viendo como pasaban imágenes de mi pasado. ¡Qué bonito era todo!. Ya apenas si podía seguir respirando. Me acordaba de mis hijos tan pequeños todavía y me preguntaba: ¿Qué sería de ellos sin mí?. En ese momento extendí mi brazo, cayó el libro de la mesilla y desperté. Cogí el libro con mucho cuidado para que mi marido no despertara y me volví a dormir.

A la mañana siguiente pensando en el sueño, decidí cambiar de piso y de zona, quería marchar lejos de mi enemigo; y así lo hice.
Pocos años después me enteré que mi enemigo había marchado a otra ciudad desde entonces respiro tranquila.

Mi pregunta es: ¿Quién era su enemigo?.

Paquita Sánchez Gómez

3 comentarios:

Esmeralda dijo...

Paquita, suelo leer muchas cosas al día, demasiadas... Algunas no las termino. No es el caso de tu relato, que me ha tenido intrigada hasta el final. Conozco una web donde puedes publicar si te interesa, a parte de en el blog. Es una revista literaria. Ésta es la dirección: http://www.ensentidofigurado.com/

paquita dijo...

Esmeralda: Te estoy muy agradecida, me gustaría conocerte.
Se por Begoña que eres un encanto, no podía ser de otra forma, porque ella es la mejor persona que conozco.Gracías por todo. Un abrazo.

rsi dijo...

Los enemigos pueden estar al otro lado de la calle, de la carretera, o dentro de nosotros mismos, ocupando nuestro interior,impidiéndonos a veces dormir,y en otras ocasiones, obligándonos a robar y destrozar el sueño de los demás, sólo porque piensen, sientan o sean de un color o ideología diferente al nuestro.
Enhorabuena por tus escritos y por lo que transmites.
Adelante y suerte. Jesús.