lunes, 4 de febrero de 2008

EL VIENTO


Vi como el viento movía
aquel árbol solitario,
mientras sus hojas caían
y las llevaba volando.

Sus ramas zarandeaba
con el impetuo forzado,
para arrancarle la vida
y no dejarle ni el tallo.

Aquel tallo que por fuerte
no se dejaba abatir,
le desafió con rabia
porque no quería morir.

Las hojas volaban alto
el viento se las llevaba,
calle arriba, calle abajo,
y allí las depositaba.

Qué tristeza me dio verlas
maltrechas, pisoteadas,
sin tener valor alguno
de todos abandonadas.

El viento seguía soplando
como fuerte vendaval,
y el árbol seguía aguantando
y no lo pudo arrancar.

Paquita Sánchez Gómez

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