martes, 6 de mayo de 2008

A LA MADRE


Labios que saben besar,
amor que si vacilar
da su vida por la mía;
reina humilde del hogar,
¡Esa eres tú Madre mía!

Como reina del hogar
tu me enseñaste a rezar,
me educaste en armonía
para una vida ejemplar
en el amor de María.

Por siempre te quiero amar
tus obras quiero admirar
y decirte lo que siento,
si me pudiera inspirar
con todo mi pensamiento.

Mi pensamiento no en vano
lo llevaste de tu mano
con cordura y con amor,
y como todo lo humano
tiene algo revelador.

Mi inspiración en tu día
es para mi una alegría
para decir lo que siento,
en este mes de María
con todo mi sentimiento.

Yo quiero hacerte un altar
que sea muy particular
y ponerte madre mía,
este amor tan peculiar
a tus pies de noche y día.

Te pondría miles de flores
y el canto de ruiseñores
para alegrarte la vida,
que con todos los honores
tú la tienes merecida.

Tú mereces lo mejor
porque haces que tu dolor
no me llene a mi de pena,
solo me llegue ese amor
de una madrecita buena.

¡Oh, madrecita querida
viejecita y admirada,
yo siempre te cuidaré
y siempre seras mimada,
pues nunca te dejaré!.

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